martes, 12 de enero de 2010

Puerta del restaurante

Asier Cotelo Aldabe.

En el restaurante de comida rápida, bocatas y diversos menús hay una puerta que cada vez que se cierra lo hace de portazo. Resultando bastante molesto para aquellas personas que se sientan cerca de ella.

No se trata de la puerta principal, con entrada junto a la caja de pedidos, sino que me refiero a la puerta de madera, la cual da salida a la zona de la terraza y puente.

Propongo dos opciones:

1- Echar un poco de aceite para que el cierre de la puerta tenga suavidad /cambiar la puerta.

2 - Quitar los taburetes y mesas junto a esa puerta, para que el golpe no sea tan cercano y evitar además la sensación de frió por culpa de la calle.

Me incomoda, me molesta y directamente me jode

El profesor Koldo Meso nos propone a los alumnos de segundo de periodismo publicar al menos una queja en este blog. No sin sentirme ciertamente empujado a un aprobado en su asigntaura pongo aquí a la vista de todos una queja que seguramente les importe entre un carajo y carajo y medio a todos los que la vean. La verdad es que veo tantas cosas cada día desde que me levanto hasta que me acuesto que me molestan que me cuesta quedarme con una. Aunque el mayor grueso de cosas que me molestan las encuentro sin ninguna duda en el campus de la UPV de Leioa/Erandio. Cosas que me incomodan, que me molestan, y cosas que directamente me joden.
Me explico, me incomoda que ciertos profesores se fumen las horas lectivas como si el mejor de los alumnos afiliados a la cafetería se tratara, al igual que me incomodan otras cosas, como que los codos se me queden pegados en las mesas de la cafetería si los dejo apoyados durante más de tres minutos o que el baño este lleno de pelos de polla. Por otra parte que los respaldos de los pupitres de las clases me dejen la espalda más jodida de lo que ya estaba antes de llegar aquí o que el polideportivo parezca un mercado textil marroquí por todos los trapos que tiene extendidos para que las goteras (hasta en días soleados) no conviertan la cancha de futbito en una de waterpolo y que encima me resbale de todas formas me molesta. Ahora bien, que a las encargadas de secretaría les de tiempo a ser más desagradables que una hemorroide durante las míseras cinco horas diarias que hacen algo como mucho al día, ir a la máquina desprendedora con un hambre de oso Grizzlie y encontrarmela totalmente vacía salvo por un triste cola cao o llegar corriendo al último bus porque un esquirol quiere dar cinco minutos más de clase (que serían más si de el dependiera) , que por ello tenga que ir todo el viaje de pie en un autobus doble que sino me agarrara con todas las manos de las que dispongo me tiraría en cada curva que agarra y cada badén, directamente me jode con mayúsculas.
Pero yo estoy muy agusto en la Universidad pública, a pesar de los precios que tiene, eso les joderá directamente a los patrocinadores de mis estudios.

Gonzalo Larreategui

UPV S.A.

Iñaki de La Fuente Ruiz

Por todos es sabido que la Universidad del País Vasco es una universidad pública, pero algunas cosas te pueden llegar a hacer pensar que en realidad no lo es. Sobre todo, si alquilas un campo de fútbol sala en el Polideportivo de la Facultad de Leioa a cierta hora, y luego, por una cosa u otra, que esto debería ser lo menos importante, intentas conseguir que te devuelvan el dinero, aún incluso en posesión del correspondiente ticket recibido tras realizar dicho alquiler. La respuesta que te vas a encontrar, al menos la que yo me encontré, es un 'no'. Sólo es posible cambiar el horario del alquiler del campo y nada más, nada de devolución del dinero bajo ningún concepto, bajo ninguna circunstancia que te imposibilite hacer uso de ese servicio a corto plazo. Vamos, que si por lo que sea, no puedo hacer uso del campo en el horario previamente adquirido ni en un corto periodo de tiempo, ¿qué hago? Me aguanto y me quedo sin el dinero, ¿verdad? Pues sí, eso es lo que te sugieren desde la UPV S.A. Me parece muy bien que intenten autofinanciarse de alguna manera, pero estos métodos no creo que sean muy afortunados que digamos.