martes, 16 de marzo de 2010

Gastos absurdos en época de crisis

Goiuri Arroyo orbea

Estoy sorprendida con el gasto inútil que hacen algunos Ayuntamientos en época de crisis.

Hace unas semanas vi a varios trabajadores de la brigada del Ayuntamiento de Muskiz en un jardín cercano a mi casa. Me sorprendió decubrir que estaban haciendo una especie de esplanada rectangular de unos dos metros de largo por uno de ancho con un agujero en cada extremo, en medio de la pendiente de un jardín. Sentía una curiosidad enorme por conocer qué se estaba gestando en el Consistorio que requería que la brigada municipal tirara de pico y pala a esas horas de la mañana.

No dudé en ponerme en contacto con uno de los concejales del Ayuntamiento, con el del PNV para más datos, puesto que me interesa todo lo que suceda en mi entorno. Le pregunté por la extraña explanada que estaban preparando en la ladera del jardín que se encuentra cerca de mi domicilio. Pareció sorprenderse ante mi pregunta, sin embargo, como buen político, pronto me dio una respuesta coherente que di por buena y que me satisfizo. Me comentó que había sido aprobada una partida presupuestaría para rehabilitar la zona, dentro del Plan E de Zapatero, me dijo, y que seguramente estarían alisando el terreno y haciendo los agujeros para colocar el famoso cartel que a estas alturas es bien conocido por todos.

Tras pasar varias semanas pensando que una gran obra estaba a punto de darle la vuelta al barrio la semana pasada volví a encontrarme con los trabajadores del Ayuntamiento. Allí estaban de nuevo, a lo lejos, a punto de sacar del camión el cartel que había despertado mi curiosidad. Reconozco que deceleré el paso para esperar a ver el cartel y poder ser así la primera en saber exactamente qué y cuánto iba a gastarse en la supuesta obra del barrio.

Uno de los operarios subió al camión, pero para mi sorpresa no fue un cartel lo que bajaron de él. ¿Adivinan qué era? Fíjense bien en la primera fotografía que acompaña a esta queja, eso es, un banco. Pero no es un banco cualquiera. Es un banco situado a más de un metro de altura. Un banco al que es necesario acceder con cuerdas de escalada y piolet. No daba crédito a lo que veían mis ojos, porque aunque en la foto no se aprecie, el jardín no tiene entrada por el lateral izquierdo y aunque sí la tiene por el lateral derecho hay una empinada cuesta de hierba y tierra, poco accesible, a no ser que se esté en buena forma. Y las vista, qué decir de las vistas. Sólo puedo decir que no hay vistas. Frente a este maravilloso espacio de ocio como lo es este banco hay un patio de colegio antiguo que se utiliza como aparcamiento, y justo tras él, la Petronor.

Cada vez que paso bajo él me irrito, porque hay obviamente, necesidades mayores en la zona que un banco inaccesible que seguramente sobró en algún sitio y les estorbaba en el almacén. Si esa es la razón, es decir, que sobró en algún sitio y que estorbaba en el almacén ¿Cómo no han buscado un sitio más adecuado para él? Esta es la prueba de que a veces desde los Ayuntamientos se hacen las cosas por hacer, sin ningún sentido.

Charlando plácidamente con mis amigos sobre este acontecimiento inédito sucedido en el barrio me comentaron que en su pueblo, en Sopelana, habían quedado estupefactos ante un hecho similar, aunque tal vez éste de mayor gravedad. No pude resistirme y me desplacé hasta la mencionada localidad para ver con mis propios ojos el paso de peatones, sin sentido, del que me estaban hablando. No podía creer lo que estaba viendo, un paso de peatones elevado con rumbo a ninguna parte, de jardín a jardín, no sabía si reir por lo absurdo de la obra o llorar por ver cómo algunos Ayuntamientos malgastan nuestro dinero en cosas absurdas. Estamos atravesando una época difícil y no creo que estén los tiempos para ir malgastando el dinero del contribuyente. Habría que pensar un poquito más en la ciudadanía y empezar a gastar el dinero en cosas realmente necesarias en lugar de derrocharlo en tonterías o en cosas mal hechas que habrá que acabar arreglando o quitando y volviendo a poner en algún otro lugar duplicando el gasto que podía haber sido menor si se hubiera pensado un poquito más antes de actuar.

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