viernes, 18 de junio de 2010

El honor negado a George Mallory

NATXO UGARTE BARAKALDO
"¿Por qué escalar el Everest? Porque está ahí",
George Mallory

Mallory at Cambridge.

El 29 de mayo de 1953 es la fecha marcada en el almanaque de cualquier alpinista como el día en el que el punto más alto de la Tierra se situó bajo los pies de un ser humano por primera vez. El día en el que el diamante embruto del Himalaya fue pulido por la grandeza del hombre. El honor y la gloria de aquella proeza fueron para Edmund Hillary y su incansable sherpa Tenzing Norgay. La leyenda... no. La leyenda quedó reservada para dos hombres cuyo recuerdo tambalea la verdad aceptada: George Mallory y Andrew Irvine.

Andrew Irvine y George Mallory. Everest, 6 de junio de 1924

Han pasado casi noventa años desde que estos dos británicos desaparecieran en las cercanías de la cumbre del Everest. Y es aún un enigma si alcanzaron o no la cumbre. Las investigaciones para esclarecer el misterio se han centrado en descubrir si fallecieron ascendiendo -antes de llegar a la cima- o si perecieron en el descenso -después de hollar el Techo del Mundo-. Es probable que jamás se averigüe, pero también es posible que toda esta discusión esté más cerca de ser solucionada de lo que muchos piensan.

La última gran conquista
En los años 20, el Himalaya era conocido como El Tercer Polo. Se había cerrado ya la época de los grandes descubrimientos, y la cordillera nepalí era el último gran tesoro para el insaciable deseo de conquista del hombre. George Mallory, sacudido por esta fiebre de conquista, abandonó su profesión de maestro para formar parte de las primeras expediciones a la zona. Todas las tentativas fueron llevadas a cabo por expediciones británicas. En aquel tiempo el Reino Unido contaba con algunos de los mejores montañeros del mundo y Mallory era el más sobresaliente.

George Mallory (right) and Siegfried Herford at Penny Pass, December 1913.
Mallory (dcha) junto a Siegfried Herford en el Paso Penny, Gales. Diciembre 1913.

Mallory fue un joven inglés que comenzó ascendiendo picos menores de los Alpes y el Himalaya para obtener experiencia acerca de la geografía y de la región. Pero no fue hasta 1924, a sus 37 años de edad, cuando inició la mayor aventura de su vida. Sus ansias de superación, su carácter indómito y la fortaleza que mostraba en las condiciones más extremas lo habían convertido en un héroe nacional. Su amigo el coronel Edward Norton aseguraba que Mallory era el prototipo de montañero.




Se caracterizaba por ser ligero, ágil y activo, dotado de un paso excepcional ascendiendo y descendiendo y con insuperables dotes de equilibrio y habilidad en roca, nieve y hielo”,
Edward Norton


Con tales aptitudes resultaba imposible que su nombre no figurase dentro de la lista de la expedición británica organizada en 1924 para asaltar definitivamente la cumbre del Everest. El primer intento había sido en 1921. En él se descubrió el camino hacia la montaña a través de un misterioso y desconocido valle del Tíbet que ascendía hasta los 7.000 metros de altura. La siguiente expedición se realizó en 1922. En aquella ocasión los integrantes se retiraron después de que una avalancha de hielo y nieve sepultara a siete de los sherpas contratados.

Mallory había conseguido en 1922 llegar a los 8.330 metros de los 8.850 con los que cuenta la montaña, una altitud que no había alcanzado nadie antes. Esto fue lo que hizo creer que la expedición de 1924 sería la definitiva (foto). Además era su última oportunidad. Mallory había prometido que ésta sería su última tentativa al Everest, consiguiese hacer cima o no, ya que su edad no le permitiría abordar otro intento con éxito. Tras unas semanas de aclimatación, los montañeros y los sherpas iniciaron los primeros ascensos. Pero no fue hasta el 6 de junio cuando prepararon los equipos para el asalto final.


Expedición al Everest, 1924.
Arriba, de izquierda a derecha: Andrew Irvine, George Mallory, Edward Norton, Noel Odell y John Macdonald.
Abajo: Howard Somervell, Geoffrey Bruce, Edward Shebbeare y Bentley Beetham.
(Foto: 5 de junio, Campo Base)

Inicio del ascenso
Mallory, apodado "Caballero Galahad" por ser un romántico acérrimo del alpinismo, consideraba poco deportivo coronar cumbres ayudado con bombonas de oxígeno. Sin embargo, vistas las dificultades de lograr su objetivo sin ellas, su equipo le obligó llevarlas consigo.

Última foto.
Ésta es la última foto existente de Andrew Irvine y George Mallory con vida.
Fue tomada en el Campo Base, al amanecer del 6 de junio de 1924.

El 6 de junio, al amanecer y acompañado por un joven técnico en oxígeno, Andrew Irvine, de tan sólo 22 años, Mallory inició la ascensión al Everest desde el Campo Base por su cara norte con la intención de hacer cima tres días después. Durante la subida alcanzaron a Howard Somervell, un compañero de la expedición que se estaba quedando sin fuerzas y que sufría congelaciones. Somervell era el encargado de abrirles el camino, y ante la llegada de Irvine y Mallory decidió desistir en su intento de hollar la cima con ellos. No obstante, antes de darse media vuelta, entregó a Mallory una cámara Kodak de fotos para retratar la instantánea en caso de alcanzar la cumbre.

En el Campo Base, Noel Odell (foto), geólogo y documentalista gráfico de la expedición, seguía por el telescopio los pasos de sus compañeros hacia la cumbre. Así, el 8 de junio, hacia la hora del mediodía, descubrió una 'fascinante visión' que describía así:


"De entre las nubes se abri´un claro. Entonces toda la arista somital y la cumbre del Everest se hallaban despejadas. Mis ojos quedaron fijos en el pequeño punto negro que se recortaba en una cresta de nieve situada debajo de un resalte rocoso de la arista; el punto negro se movió. Entonces apareció otro punto negro que se desplazó por la nieve hasta reunirse en la cresta con el primero. Este se aproximó entonces al gran escalón rocoso y al poco apareció en lo alto; el segundo le imitó. Entonces, toda aquella fascinante visión se desvaneció, una vez más envuelta en nubes".
Noel Odell.

Aquella fue la última vez que se vio a Mallory e Irvine con vida. Ya nunca más se volvió a saber de ellos. Tan sólo les faltaban 150 metros para alcanzar la cumbre y con esa reducida distancia, pese al mal tiempo, ningún obstáculo les habría impedido avanzar hasta ella, en parte porque, como dijo un miembro otra expedición y amigo de Mallory llamado Geoffrey W. Young, “Mallory era Mallory”.
Después de conocer a Mallory, puedo afirmar que si para la mayoría de alpinistas es difícil retroceder cuando lo más duro está superado, para él habría sido simplemente imposible. Mi hipótesis es que murieron en el descenso, como sucede en la mayoría de casos, y que la montaña fue coronada antes por la sencilla razón de que Mallory era Mallory”,
Geoffrey W. Young.


No obstante, su fin no fue más que el comienzo de la leyenda. ¿Llegaron a pisar la cima?. Esta incertidumbre continúa hoy en día y es uno de los misterios mejor guardados de la humanidad.

Pruebas de la hazaña
En 1933 los montañeros Percy Wyn-Harris y Wager Watkins, en una expedición de reconocimiento del Everest,  descubrieron el piolet de Irvine (foto) a 8.400 metros de altitud, bajo el primer escalón, lo que para ellos indicaba el punto en el que el escalador había caído, “porque es imposible que un montañero lo abandone deliberadamente”.

En 1975, el escalador chino Wang Hongbao que se encontraba en pleno ascenso, informó al campo base estar junto al cuerpo de un escalador inglés cerca de la cima. Al tocarlo, parte de la ropa se desintegró en sus manos, e indicó que el cuerpo debía llevar allí décadas. Desgraciadamente el alpinista chino le sorprendió una avalancha y falleció al día siguiente descendiendo, sin que se llegara a precisar el lugar en el que vio dicho cuerpo. Todo el mundo aceptó que aquellos eran los restos de Andrew Irvine, quien hoy por hoy, aún sigue desaparecido.

Asimismo, en 1991 se localizaron las botellas de oxígeno empleadas por los dos montañeros británicos en 1924. Se hallaban ocultas en un recoveco rocoso. Todo indicaba que algo anormal les había sucedido. Se llegaron a dos conclusiones: la primera es que ambos compañeros decidieron prescindir de ellas bien porque les faltaban muy pocos metros para alcanzar la cumbre. La segunda asegura que las abandonaron a la bajada porque no las necesitaban durante el descenso. Ésta segunda opción es la más probable, ya que Irvine necesitaba oxígeno para escalar debido a la faringitis que padecía en aquel momento. Tampoco Mallory se encontraba en condiciones de respirar el aire frío ya que estaba aquejado de terribles accesos de tos.

Hallazgo del cuerpo de Mallory
El paso del tiempo sumió en el olvido la muerte de Mallory hasta que en 1999 un equipo de la BBC decidió desplazarse hasta el Everest para intentar localizar el cuerpo del montañero y averiguar si el fallecimiento le sobrevino durante el ascenso o durante el descenso de la cumbre. ¿Cómo podrían saberlo? Muy fácil: a través del análisis del cuerpo y de las posibles heridas que presentara. Los miembros de la BBC siguieron las huellas de las diversas expediciones que a lo largo del tiempo habían ido encontrando objetos pertenecientes a Irvine y a Mallory.

Con estos precedentes, los periodistas buscaron en la zona sin éxito hasta que el 1 de mayo, durante un reconocimiento rutinario, Conrad Anker se percató de que de una mancha blanca sobresalía “un pie descalzo, con el talón hacia arriba y los dedos apuntando hacia abajo” (foto 2). ¡Era el cadáver de George Mallory! (foto 1). Rápidamente el cuerpo fue sacado de la nieve junto con todas sus pertenencias y hoy, por fin, se conocen los datos que recomponen, con mayor o menor fiabilidad, lo que pudo suceder realmente en aquella trágica jornada de 1924.

Cadáver de George Mallory.
Fue encontrado el 1 de mayo de 1999, después de 75 años en la montaña.
El cuerpo aún permanece allí, intacto gracias a las bajas temperaturas. Incluso conserva el cabello.

Sus piernas.
Las piernas de Mallory demuestran que sufrió una dura caída. 
Se ven destrozados, sobre todo la tibia y el peroné derechos, que están partidos.

El descubrimiento del cuerpo de Mallory ha dado lugar a análisis que han derivado en sorprendentes conclusiones. El cadáver de Mallory fue encontrado boca abajo, con los brazos estirados y las manos abiertas y sin guantes. Una posición extraña, ya que lo normal sería haberlo hallado retorcido y acurrucado, como suele ser habitual en los accidentados por caídas. Parecía como si Mallory se hubiese derrumbado en la nieve mientras caminaba y no hubiera sido capaz de volver a levantarse.

Alrededor de la cintura y en bandolera llevaba atada una cuerda que estaba partida, lo que indica que Mallory cayó desde una altura considerable. Tal vez Irvine intentó detener la caída de su compañero con la soga, que al recibir la sacudida, se partió, frenando, en parte, el descenso brusco de Mallory, que podría haber sobrevivido durante unas horas a los golpes. Sus heridas demostraban que había sufrido una fuerte caída. El hombro estaba dislocado y la tibia y el peroné derechos, rotos. Asimismo, presentaba una incisión profunda en la frente, una costilla rota y moratones a lo largo del tronco.

Pese a las heridas antes reseñadas, ninguna de ellas sugiere una caída desde gran altura (cientos de metros), lo que apunta que la muerte seguramente se produjo durante el descenso. Ello se explica porque los alpinistas siempre tienen más cuidado al descender que durante la subida y por ello escogen caminos más largos pero más seguros.

Asimismo, en el bolsillo del cadáver de Mallory estaban sus gafas de sol (foto), lo cual indica que la muerte le sobrevino de noche. Como partieron al amanecer, tuvieron todo el día para alcanzar la cumbre y al llegar la oscuridad y no llevar linterna prefirieron dormir en el campamento base a hacerlo en cualquier grieta al resguardo del viento.

Peor suerte debió de correr Irvine. Su cuerpo permanece todavía bajo las nieves del Everest. Ahora la pregunta es: ¿el accidente se produjo durante el ascenso o durante el descenso de la cumbre? Esta cuestión también ha podido ser contestada. Las pruebas indican que lo más probable es que Irvine y Mallory murieran durante el descenso, arrebatando a Hillary, de este modo, el honor de haber sido la primera persona en coronar el Everest.

Detractores
Como en todo este tipo de historias, existe quien rechaza rotundamente estas teorías. Entre uno de esos detractores se encuentra el mítico Reinhold Messner, quien tras el hallazgo del cadáver de Mallory declaraba:

"El hallazgo de Mallory demuestra lo que siempre pensé: nunca hicieron cima. En 1924 el Everest sólo podía escalarse por el pasillo Norton, donde había fracasado días antes el coronel Edward Norton. Mallory no tomó esa ruta, la única que le habría llevado hasta la cima, sino que cogió otra y llegaron al Segundo Escalón, a 240 metros de la cumbre. Imposible de trepar, al menos hasta 1975, cuando se fijó una escalera de aluminio", Reinhold Messner.

A pesar de ello, el alpinista chino Yin-Hua logró cruzar dicho paso y alcanzó la cima por el Paso Mallory en 1960. Cierto es que para ello tuvo que quitarse los guantes, descalzarse las botas y sacarse los calcetines, lo que le llevó a sufrir las amputaciones de los dedos del pie. Sin embargo se trataba de un escalador poco experimentado, y demostró sufactibilidad. También consiguió coronar el Everest cruzando el Segundo Escalón (foto) la alpinista británica Alison Hargreaves en 1995, y lo hizo en solitario.


Entonces, con estos precedentes, ¿por qué no pudo haberlo hecho cuatro décadas antes Mallory, mucho más experimentado, motivado e ilusionado? Tanto la alpinista británica como el chino afirman que existen las suficientes grietas, repisas y fisuras como para poder ascender con relativa seguridad. Contra Mallory pesa el rudimentario vestuario que se utilizaba en aquella época: botas, guantes, piolets, y el gran peso que acarreaban (foto)

Vestimenta de 1924.
Ésta es una replica fidedigna del vestuario y equipamento que se utilizaba en 1924.

Pese a ello, el misterio sigue en el aire, y en caso de resolverse algún día en favor de George Mallory, la humanidad y la historia deberá rendir pleitesía al hombre al que se le ha negado el honor de ser el primero en situarse en el punto más alto de la Tierra.

"A la pregunta de cuál es la utilidad de escalar el pico más alto del mundo, debo decirles que ninguna. No se persigue unfin científico; simplemente la gratificación de un impulso, el deseo indómito de descubrir lo inexplorado que late en el corazón del hombre. Conquistados los polos, la poderosa cumbre del Everest permanece ante los ojos del explorador como la única gran conquista posible",
George Mallory.

Yo personalmente me quedo con las palabras de Chris Bonington:
"Sí, me encantaría que lo hubieran conseguido, aunque nunca lo podamos saber".

2 comentarios:

Iván dijo...

muy buen artículo

Iván dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.